Durante los primeros años de vida (de uno a seis años), los problemas más comunes son los relacionados con los miedos y la ansiedad (ansiedad de separación, terrores nocturnos, enfrentarse a situaciones o personas desconocidas…), así como el control de los esfínteres (enuresis y encopresis), problemas de conducta o comportamiento (oposicionismo o rabietas) y los problemas relacionados con la alimentación y el ritmo de sueño.
En la etapa escolar (de 7 a 14 años) son comunes los trastornos de conducta y de atención, la falta de límites, los problemas de adaptación social y al colegio, los trastornos por déficit de atención con hiperactividad, el bajo rendimiento académico, además de problemas de ansiedad o depresión.
Esta es una etapa donde con frecuencia aparecen una serie de conflictos que es necesario abordar conjuntamente con la familia.

Entre los problemas más frecuentes a esta edad se encuentran:

Conflictos en las relaciones familiares.

Problemas con el rendimiento académico.

Falta de habilidades sociales para relacionarse.

Trastornos de ansiedad y depresión.

Trastornos del comportamiento y adaptación social.

Trastornos de la conducta alimentaria.

Problemas de aceptación de la propia imagen.

Conductas de trasgresión de límites y normas en la familia.

Agresividad.

Comportamientos de riesgo.

Trastornos del estado de ánimo (depresión, trastorno bipolar).

Trastornos de ansiedad (agorafobia, crisis de angustia/pánico, fobia social, trastorno obsesivo compulsivo).

Trastornos de la personalidad.

Problemas de relación interpersonal (Pareja, Relaciones familiares, Relaciones sociales).

Trastornos sexuales.

Trastornos del sueño.

Trastornos de la conducta alimentaria.

Trastornos psicóticos.

Dismorfofobia, hipocondría, trastorno por somatización.

Otros.

Por lo general, los tratamientos con Terapia Breve Estratégica suelen tener una duración muy breve, normalmente no más allá de 10 sesiones, aunque existen excepciones, la mayoría de los casos se resuelven incluso antes.

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El abordaje terapéutico de un psicólogo gira fundamentalmente entorno al trabajo con los focos de conflicto o de sufrimiento. Por tanto, no está centrado en el uso de medicamentos. En la mayoría de los casos, no se plantea ni resulta necesaria la prescripción de medicación. Sin embargo, existen otras situaciones en que el alivio que proporcionan los fármacos es indispensable para que el paciente se encuentre en condiciones de abordar sus problemas en terapia y también, casos en los que la naturaleza misma del problema precisa del tratamiento médico para un abordaje eficaz. En ambos casos, se derivará al paciente al especialista, quien determinará el tipo de psicofármaco o medicación necesaria y todo lo relativo a ella. En estos casos normalmente, la terapia se suele hacer de forma paralela y estando en contacto entre los profesionales implicados.
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